Miedos y ansiedad. Aprende a gestionarlos

Cómo gestionar los miedos

Todas las emociones son necesarias porque nos condicionan regulando nuestra conducta y nos dan mucha información sobre nosotros mismos. Padecer ansiedad significa tener demasiada activación en el sistema nervioso y en el sistema límbico, como si estuviéramos en modo lucha por un constante peligro.

Hay diferentes situaciones que pueden desencadenar estados de ansiedad, situaciones complicadas, el estrés de la vida moderna, la competitividad en los estudios, una crisis vital, etc. Es importante identificar las situaciones que generan esta sobreactivación, aunque siempre por lo general el origen es multifactorial.

Como psicóloga puedo afirmar que la manifestación de la ansiedad es muy subjetiva y que suelen haber diversidad de síntomas, tantos físicos, como psíquicos. Los físicos suelen ser muy molestos y generan mucho miedo porque muchas veces muchas personas no saben lo que les está pasando y lo asocian a infartos o a enfermedades graves.

Ansiedad: Tu cuerpo y mente están sobreactivados

Cuando no tenemos ningún trastorno de ansiedad, nuestro cuerpo y mente funciona de la siguiente manera: la alarma del miedo sólo se dispara en el momento apropiado, ante un verdadero peligro, no ante la posibilidad o el recuerdo de un peligro. Dicho con otras palabras, podemos estar cerca de un león o ver un león en la tele, el miedo debería ser diferente y por lo tanto provocar una reacción distinta. En cambio, cuando tenemos trastornos de ansiedad, el miedo se convierte en limitador porque no nos permite vivir con plena libertad, es excesivo y puede aparecer sin un peligro real o concreto. El miedo es nuestro sistema de alarma, cuya función es avisarnos de un peligro o de una amenaza. Y cuando este sistema de señales y alarmas no está bien regulado es cuando el miedo empieza a convertirse en un problema. Pero lo que debe quedar claro es que el miedo, en sí, no es una emoción negativa, ya que el miedo es necesario para la vida.

Ansiedad

Las personas cuantas más estrategias hagan para evitar el miedo más miedo tendrán. Cuando una persona siente miedo y pide ayuda, se siente aliviado al momento pero a la larga va a ser perjudicial porque no se va a ver nunca capaz de enfrentarse a aquello él mismo. Ayudar al otro cuando siente síntomas de ansiedad en verdad lo empeora, es una paradoja. Por eso es muy importante ponerse en manos de un profesional y no acudir a otras personas en busca de ayuda, ya que seguramente la ayuda que te ofrecerán va a mantener y agravar tu ansiedad. También es cierto que cuanto más control quiera tener la persona sobre su ansiedad, menos control va a tener en realidad. Desde la terapia breve estratégica, consideramos que las soluciones que intentan las personas para dejar de sentir ansiedad es lo que hace mantener al trastorno o al estado de ansiedad.

Comprender la emoción que hay detrás es primordial y también saber que la ansiedad puede ser una gran aliada que nos tiene que ayudar a superar los obstáculos.

Fobias y ataques de pánico

Existen dos formas de miedo: fobia simple y fobia generalizada. La primera es específica y la segunda es generalizada y se amplía a muchas situaciones. En las generalizadas es cuando se entra en ese círculo vicioso de miedo al miedo. Cualquier cosa puede acabar provocando el miedo, y hay miedo hacia todo. Se genera mucha sintomatología física en estos casos. Hay muchas personas que empiezan teniendo una fobia específica, como por ejemplo un miedo a los aviones y pueden acabar teniendo una fobia generalizada a más situaciones. El primer paso en terapia es identificar qué tipo de miedo presenta la persona.

Por otra parte, uno de los momentos donde falla el equilibrio de este sistema es en lo que llamamos ataque de pánico, donde el sistema se colapsa, se paraliza, y el miedo normal se transforma en patológico. Un miedo se convierte en patológico cuando el sistema de alarma se desajusta tanto en su activación como en su regulación. En un ataque de pánico hay un elevado nivel de ansiedad junto a muchos otros síntomas físicos: la respiración se entrecorta y se acelera, mareos, inestabilidad, sudoración, náuseas, percepción de irrealidad, dolor en el pecho, entre otros. Quiero recalcar que aunque todos estos síntomas son muy desagradables e incómodos, no son letales ni realmente dañinos.

No olvides que en terapia trabajamos para ir al foco del problema y poder resolver de forma eficaz todos estos síntomas, no dudes en contactar conmigo si necesitas a un psicólogo especializado.

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