¿Como gestionar las emociones?

Entender las emociones

Los humanos experimentamos infinidad de emociones y aun así nos cuesta mucho describir con palabras lo que son. De hecho, estamos condenados a sentir emociones a diario, ya que estar vivo implica sentir. Las emociones nos aportan mucha información relacionada con nuestro bienestar y nos informan de si estamos satisfaciendo o frustrando nuestras metas o necesidades. Si combinamos nuestras emociones con nuestra razón, conseguiremos ser seres más eficaces en los distintos entornos que vivamos. Por ese motivo, es muy importante que cada uno de nosotros aprenda a gestionar sus emociones, ya que eso nos llevará a tomar mejores decisiones y a vivir una vida mejor.

Platón decía que las emociones eran caballos salvajes que tenían que ser refrenados por el cochero del intelecto. Por otra parte, Descartes dijo “Pienso, luego existo”, poniendo el foco en la importancia de la parte racional… Pero a pesar de ello, todos somos seres altamente emocionales. A pesar de los mejores esfuerzos que hagamos para controlar las emociones, nuestra emotividad surge de todas maneras, dando lugar a esperanzas, temores, deseos y miedos…

Pero ¿qué son las emociones? Según el diccionario, la palabra emoción viene del verbo “motere” y el prefijo “e”, por lo que, etimológicamente, el término emoción viene del latín emotĭo, que significa «movimiento o impulso», «aquello que te mueve hacia algún sitio». Las emociones son reacciones psicofisiológicas que representan modos de adaptación ante situaciones y como bien indica su definición, nos impulsa a tomar acción o nos hace reaccionar ante algo que nos parece importante.

Las emociones nos afectan tanto fisiológicamente, como psicológicamente y conductualmente.

Fisiológicamente, nuestro cuerpo reacciona ante esa emoción, nuestras pulsaciones aumentan o disminuyen, nuestra respiración se acelera, nuestros músculos se tensan, las pupilas se dilatan, etc. Psicológicamente, las emociones influyen en nuestra atención, promueven ciertas conductas de respuestas y activan ciertas zonas de la memoria. Y conductualmente, las emociones sirven para establecer nuestra posición con respecto a nuestro entorno, y nos impulsan hacia ciertos objetos, acciones, ideas y nos alejan de otros.

El cerebro reptiliano y el cerebro racional

La zona más primitiva del cerebro es la encargada de los instintos y de la supervivencia. Esta parte se llama cerebro reptiliano y es la parte más antigua y primitiva encargada de las funciones básicas. Diríamos que no es capaz de aprender, ya que vive en el aquí y el ahora, se basa más en la impulsividad y se relaciona con la agresión y el miedo. A partir de esta parte más primitiva, con la evolución surgieron los centros emocionales y a partir de eso evolucionó un cerebro pensante y racional. Dicho con otras palabras, nuestro cerebro emocional surgió mucho antes que nuestro cerebro racional y esto es importante tenerlo en cuenta, ya que nos ayuda a entender el impacto de las emociones en nuestra supervivencia.

Voy a explicar con un ejemplo cómo las emociones pueden condicionar nuestra percepción. Cuando confundimos en el campo una rama con una serpiente, nuestra reacción es saltar. La emoción del ejemplo es el miedo: la parte más primitiva de nuestro cerebro lo identifica en milisegundos como una amenaza y, en milisegundos, envía al sistema nervioso la orden de huida. El individuo capaz de detectar rápidamente un peligro tiene más posibilidades de sobrevivir.

El miedo es nuestro sistema de alarma, cuya función, como todas las alarmas, es avisarnos de un peligro, de una amenaza, para poder enfrentarnos. Cuando observamos y vemos que no se trata de una serpiente, sino de una rama, nuestro sistema de huida se relaja y racionalmente podemos darnos cuenta de que no hay peligro. Aun así, este proceso es más lento y necesitamos un poco más de tiempo y energía para recuperar la calma de nuestro cuerpo.

Como vemos, todas las emociones desempeñan una función determinada en la gestión de la supervivencia humana, pero quizá la más directamente ligada a la propia supervivencia como ser vivo es el miedo. El miedo es la emoción humana esencial más primitiva y una de las que compartimos con muchos animales. El miedo nos salva la vida, ya que se desencadena ante cualquier situación o estímulo, real o imaginado, percibido como potencialmente peligroso, para poner al organismo en alerta.

Emociones buenas y emociones malas

No existe el concepto de emociones positivas o negativas, sino que más bien podemos hablar de las emociones agradables y las emociones desagradables.

Emociones Básicas

Todas son válidas y nos ayudan a adaptarnos mejor al medio. En los setenta se estableció claramente la existencia de, al menos, seis emociones innatas, básicas y universales, que son:

Sorpresa (surprise)Asco (disgust)Tristeza (sadness)Ira (anger)Miedo (fear)Alegría/Felicidad (happiness)

Estas seis emociones se han convertido en la lista de emociones básicas con mayor aceptación, conocidas incluso como las «Seis Grandes Emociones» (The Big Six) (Prinz, 2004).

Consejos para gestionar mejor las emociones

  • Identificarlas sería el primer paso. Saber si estás sintiendo asco, tristeza o miedo es muy importante. La terapia psicológica es fundamental para empezar a identificar lo que sientes y a ponerle nombre. No podemos esperar que los demás adivinen nuestras emociones si primero nosotros no sabemos identificarlas o nombrarlas.

  • Darles un sentido, encontrar la función. ¿Para qué estoy sintiendo esto? ¿Tiene alguna función? Por ejemplo, sentir rabia cuando nos están tratando de forma injusta es adaptativo, ya que esa rabia nos va a permitir poner el límite que tenemos que poner para que nos traten con respeto. Pregúntate para qué estás sintiendo eso.

  • Aceptarlas sin juicio. Esto a veces puede costar si estamos acostumbrados a esconder nuestras emociones o a fingir que no las tenemos. Muchas veces no nos permitimos sentirlas porque están mal vistas o porque según en qué contexto puede no ser adecuado expresarlas. Pero es importante que les demos espacio sin juzgarnos, por ejemplo, si sentimos envidia aceptémoslo, si sentimos rabia aceptémoslo, si sentimos lástima también, etc. No podemos controlarlas, así que tenemos que aceptarlas de forma incondicional antes de cambiarlas.

  • Transitarlas y actuar si fuese necesario. Transitar las emociones va de la mano de aceptarlas, esto sería permitirse sentir la emoción en su plenitud. Si sientes tristeza y tienes ganas de llorar llora, si tienes ganas de gritar grita. Transitar la emoción aunque sea desagradable nos ayudará a darle espacio y a escuchar su mensaje. En el caso de que tengas que hacer algo de forma conductual, está bien si lo haces. Por ejemplo, acabas de ver a una persona que te hizo daño, pues es válido sentir ese dolor y después cambiar de calle si lo necesitas.

  • Rebajar la intensidad y seguir adelante. Una vez hayas hecho estos pasos, hayas escuchado su mensaje y lo hayas transitado sin juicio, aceptándola de forma incondicional, puedes rebajar su intensidad y la idea es que mentalmente “guardes esa emoción”, ya que ya ha hecho su función. Puedes rebajar su intensidad con la respiración, cambiando de escenario, hablando con alguien, tomando alguna acción, etc. La idea es rebajar la intensidad y que puedas seguir con tu día. Date un tiempo para regular esa emoción y es posible que después puedas sentir calma.

Si sientes que tienes algún bloqueo o problema emocional, no dudes en contactar conmigo, ya que a veces uno no tiene los recursos o la guía necesaria para poder gestionar mejor lo que siente y acudir a un psicólogo especializado siempre será la mejor opción. Recuerda que tu salud emocional es importante y que puedes escribirme para empezar un proceso terapia psicológica.

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