Estilos de crianza parental: autoritario, democrático y permisivo

¿Cómo afecta el estilo educativo en el desarrollo psicosocial de los niños?

Los estilos educativos son las pautas de crianza dirigidas a los niños y niñas para lograr su adaptación completa en la sociedad en la que vivimos. Dicho de otra forma, el estilo educativo incluye todos aquellos patrones que enseñamos a nuestros hijos para que puedan desarrollarse como seres humanos completos.

Algunas ideas importantes sobre la crianza:

  • las relaciones en la familia son bidireccionales (los padres influyen en los hijos y los hijos influyen en los padres)
  • los estilos educativos no son pautas rígidas sino que lo habitual es que se vayan modificando y perfeccionando según cada circunstancia y cada persona.

Por lo general la mayoría de las familias utilizan 3 tipos de enfoques a la hora de educar a sus hijos:

  • estilo permisivo: basado en dar libertad sin ningún tipo de límite
  • estilo autoritario: basado en poner límites sin que se tenga libertad de elección
  • estilo democratico: basado en ofrecer una libertad pero dentro de unos límites

Cada uno de estos enfoques aproximan al niño o niña a un conjunto de lecciones y formas de aprender sobre lo que significa la cooperación, la responsabilidad, sobre valores y de lo que se espera de él o ella.

La realidad es que según la mayoría de autores y profesionales siempre se coincide en que el mejor estilo de crianza es el democrático. ¿Pero por qué?

Estilo de crianza permisivo: Cuando todo es libertad

En este caso nos encontramos ante unos padres que consideran que su trabajo es servir a sus hijos y hacerles felices. De esta manera los hijos solo acaban cooperando con ellos cuando realmente tienen algo que les beneficia. La forma de solucionar los problemas es mediante la persuasión y su sistema de recompensa se trata en el ganar-perder, ganan los hijos y pierden los padres.

¿Qué es lo que aprenden los niños entonces? Pues a que no hay reglas y que pueden siempre hacer lo que quieren cuando quieren y como quieren. Se fomenta el egocentrismo en los niños pero también la dependencia emocional, ya que realmente no se hacen responsables de sí mismos.

De esta manera estamos fomentando el desarrollo de futuras personas desafiantes a las normas, siendo personas poco coherentes o poco íntegras, que delegan la responsabilidad de sus decisiones etc.

Estilo de crianza autoritario: Imponer bajo el castigo

En el último caso nos encontramos a unos padres que consideran que los niños solo aprenden bajo la imposición de normas restrictivas y que para madurar hay que “sufrir y obedecer”.

Este estilo de crianza se basa en la ejecución de la fuerza para solucionar los problemas, y sus sistema de recompensa es perder-ganar, los niños pierden pero los padres ganan.

Realmente esta forma de educar no permite que los niños puedan experimentar sus propios errores o desarrollar su propio criterio individual.

Aprenden que los padres son los responsables de solucionar los problemas de sus hijos y que confrontar es la única forma de resolver los problemas. Los niños acaban creciendo con ira y resentimiento, ganas de venganza y rebelión.

Estilo de crianza democrático: Cuando todos ganan

En este estilo nos encontramos con unos padres que piensan que sus hijos son capaces de resolver problemas por sí mismos y que hay que dejarles elegir para que aprendan sobre las consecuencias de sus decisiones. De esta forma se les da a los hijos el control de sus vidas pero dentro de unos márgenes establecidos. Es una filosofía basada en el ganar-ganar, en el que tanto los padres como los hijos se ven beneficiados.

De esta manera los hijos aprenden que son partícipes en la solución de problemas, en que son responsables de sí mismos, y que tienen que cooperar para poder llegar a acuerdos.

En otras palabras, los niños que crecen con un estilo democrático se valoran más a sí mismos y suelen ser más competentes socialmente hablando. El estilo democrático reconoce la autonomía del niño dentro del marco familiar en el que vive, y esto es uno de los predictores más consistentes de la competencia general del niño tanto a medio plazo como a largo plazo.

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